La traicion del Capitan Sierra y el encuentro con los Mexicanos
Dia 66
Dejamos atrás Bocas del Toro y emprendimos el viaje a CD. Colon otra vez por la misma carretera que tantas veces nos vio pasar, los mismos paisajes, los mismos lugares. Comenzábamos a hartarnos de panamá, queríamos acción, largas distancias, sentir que vas conquistando el continente pero estábamos atrapados en un país 3 veces más pequeño que nuestro estado natal: Chihuahua. Nos sentíamos como leones enjaulados.
Llegamos una vez más a CD. Colon después de 2 días de camino. Decidimos no llegar a visitar a Duran pues no terminamos en muy buenas condiciones. Pasamos todo el día esperando al capitán Sierra afuera del muelle, solo nos daba largas, algo empezaba a oler mal. Aun así conservamos nuestro buen espíritu y confiamos en nuestra buena suerte, fuimos a comprar vivieres para nuestros 5 días en la mar, directo hasta la mística Cartagena de indias, ya me veía todo un marinero.
La mala noticia llego a las 12 de la noche. Los planes cambiaron súbitamente y todo nuestro plan se vino abajo arrastrando consigo la moral, las ilusiones y los planes. Ahora nos cobraría 800 dls por los 3 y solo hasta Pto. Obaldía todavía en Panamá. Era una vil traición, lo esperamos de oquis 15 días, ya teníamos más de un mes Panamá. Teníamos que pensar rápido, no teníamos donde dormir, era de madrugada, la ciudad es muy peligrosa, no teníamos plan, no teníamos nada. Decidimos pasar la noche ahí en el muelle, pagamos 5 dls al guardia que más bien era un cholo negro con una escopeta al hombro sacado del Bronx en NY para que nos diera chanza de tirar los sleepings en el suelo, moríamos de calor y los mosquitos nos dejaban sin sangre.
Una voz de acento familiar pregunto afuera –Buenas noches, estamos buscando barcos que nos lleven a Colombia- Salimos al encuentro de los viajeros, venían también en moto, por lo menos ya éramos 4 tristes tigres buscando llegar a Colombia. Lo mejor de todo fue que eran mexicanos, chilangos, estudiantes de la UNAM. Marco de sociología y Aldo de historia, los 2 amigos viajeros de antaño se dirigían esta vez a Brasil en sus motos 125cc, una verdadera hazaña. Fue como encontrar agua en el desierto, podíamos hablar y reír sin tener que explicar 2 o 3 veces lo mismo por eso de las variaciones del español, aparte de la identidad de
aspiraciones y conjunción de ensueños. Inspirados también por los viajes del Che eran nuestros iguales de esos que andan perdidos en cualquier parte del mundo y se supone no deban encontrarse. Intercambiamos e-mails y direcciones, ellos estaban trabajando en la Chorrera, un pueblo al sur de la Cd. de Panamá, nosotros seguimos sin tener nada pero seguro los volveríamos a ver. 4 mentes funcionan mejor que una.
Partimos a Cd de Panamá, tomaríamos una cruel decisión. El dinero escaseaba y teníamos ya demasiado tiempo en aquel país. Decidimos vender a Bucéfalo, lo empecé a ver con ojos de nostalgia. Ya no era el mismo de pronto lo vi cansado, opaco se veía sucio, maltratado ya de tantos kilómetros, tantas caidas, tantos caminos y carreteras, tantos países, pero fuerte y rudo, su mal aspecto le daba actitud, era nuestro guerrero, le debíamos la mayor parte de nuestro viaje. Me puse también a contemplarnos a nosotros mismos, más viejos, el pelo más largo, más sucios, la ropa rota o descocida, los zapatos casi sin suela, algo cansados y mas flacos víctimas de la degradación lenta y continua de la que se es víctima cuando se está lejos de casa y de los suyos. Era hora de separarnos para poder llegar a nuestro destino.
Agarramos de base un bar abandonado en playa Veracruz a las orillas del canal de Panamá. De ahí salíamos todos los días desde muy temprano a buscar comprador para bucéfalo o un golpe de suerte que nos llevara a los 3 hasta Colombia. Llegábamos muy entrada la noche, cansados y mal comidos a dormir en el piso con las manos vacías. Fuimos víctimas de la desesperación y la desesperanza. Me puse a hacer ejercicio, correr por la playa, leer, hasta me bañaba todos los días, pensando, pensando, pensando. Varias veces estuvimos tentados a mandar todo a chingar su madre y regresar a Juárez pero nunca pude aceptar la derrota.
Fuimos a visitar varias veces a los mexicanos, nos quedamos varios días en la casa abandonada que ellos agarraron de base. Le preparamos comida mexicana a la gente de la chatarrera y vimos varios desfiles en la pequeña Ciudad. Cuadrábamos información compartíamos contactos planeábamos estrategias juntos, unos por aquí otros por allá y nada. Conocimos a otro mexicano, Odavias Ruiz sobrio del ex gobernador de Oaxaca. Nos platicaba de su experiencia con la APPO muy en contraste con la vivida por los pobres mecánicos de las montañas de Oaxaca que visitamos hace ya 2 meses y bastantes días.
Terminamos en un departamento en Av. Argentina, cerca de la universidad de Panamá, Nos toco dormir en el mejor lugar del departamento acepto cuando llovía, el más fresco y usualmente el más visitado en nuestros momentos de ocio: El balcón. El mal del Darién fue como bautizamos al síndrome de no hacer nada por días, cuando no era la lluvia, era la hueva o la desesperanza de no encontrar salida a Colombia.
5 mexicanos, 1 colombiano, Harvey que traía su honda shadow desde Tampa, Florida con destino a su natal Cali Colombia y 1 venezolano, Manolo, de procedencia y destino misterioso. Pasaron varios días antes de poder vender a Bucéfalo, muchas promesas pero nadie tenía el dinero. Fue uno de los momentos más tristes del viaje: entregar las llaves de tu novia, tu moto. Fui a caminar un rato para no ver como se la llevaban.
Teníamos el dinero, el viaje cambiaba de modalidad, regresábamos a nuestros orígenes vagabundescos, después de todo la moto era un lujo para nosotros acostumbrados a caminar por las carreteras con el dedo arriba. 2 días después estábamos en puerto bello buscando lanchas rápidas a Colombia. Ahora el mal tiempo conspiraba en nuestra contra, estaba lloviendo tanto que cerraron el canal de panamá por 4ta ocasión en toda su historia. Carreteras devastadas, caminos inundados, cerros desgajados, difícilmente encontramos camión que nos llevara a pto. bello. Esta vez acompañados por Harvey, el Colombiano. Teníamos el tapón del Darién entre ojos.
Odiseo